Por: Ramón Lobo
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Dos de los líderes más peculiares en la UE, el presidente francés Nicolás Sarkozy y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, tienen a los gitanos en el centro de su política más populista. No son los primeros, ni los únicos, en accionar este recurso en tiempos de crisis. A la toma de huellas y ataques contra algunos campamentos en Italia en 2008, alentados desde el Gobierno con declaraciones xenófobas, le siguen ahora los desalojos y expulsiones promovidas por el Ejecutivo francés. Estas medidas han recibido el rechazo del Parlamento Europeo, que aprobó una moción de condena por 337 votos a favor y 245 en contra. París, de momento, no se inmuta.
"No somos terroristas. (...) No somos delincuente comunes, solo somos personas que tratan de llevar una vida decente", asegura a la BBC Letitia Mark, directora de una ONG gitana que trabaja en Timisoara.
Ser romaní dentro la UE, un espacio de libre circulación de bienes, capitales, ideas y personas, parece una anomalía, un defecto que condena a la persona que lo es a una ciudadanía de segunda.
El 80% de los gitanos del mundo residen en Europa. Son 10 millones, de los que unos 600.000 viven en España. El país con más gitanos de la UE es Rumania, con 2,4 millones. No solo sufren discriminación en la Italia berlusconiana y en la Francia sarkoziana, hay una permanente, menos visible, sin tanta presencia en los medios de comunicación, en algunos países de Este: Hungría, República Checa y Eslovaquia. La ONG Amnistía Internacional denunció en abril de 2009 la situación que sufre esta minoría. La situación en Rusia también es dramática.
Los gitanos sufrieron el Holocausto. La persecución nazi contra esta minoría costó la vida entre 200.000 y 500.000 personas. También fueron vícimas colaterales de las guerras balcánicas. Sobre todos los males, el peor es la combinación de marginación y pobreza crónica.
¿Y en España? Datos de 2009.
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